Historia de Lainex

Historia de Lainex / Criollo:

La historia de Lainex tiene sus raíces en Criollo, una marca nacida del esfuerzo y la visión de la familia Álvarez. Todo comenzó con el abuelo José, inmigrante español y carpintero de oficio, que quedó viudo muy joven con tres hijos pequeños a cargo: Isabel, Mari y Tito. En medio de la adversidad, transmitió valores de trabajo, resiliencia y dedicación que marcaron el ADN de la empresa.

José trabajó como carpintero en Mar del Plata y luego en una importadora que traía molinos de café desde Estados Unidos. El problema era que llegaban los molinos, pero nunca los repuestos. Con ingenio, José empezó a repararlos y, al no conseguir las piezas, decidió fabricarlas él mismo. Ese fue el inicio de un camino industrial propio: la capacidad de dar soluciones locales cuando el mercado importado no las ofrecía.

Instalado en Villa Luro junto a su familia, José levantó un galpón en el que comenzó a fabricar repuestos, luego tostadoras y, con el tiempo, molinos industriales inspirados en modelos alemanes. Era un taller artesanal, con un torno a pedal, un verdadero emprendimiento familiar. Allí nació la vocación por innovar y fabricar equipos para el mundo del café.

El gran salto llegó en 1946 con la mudanza a la calle Bacacay, donde se inauguraron las primeras instalaciones de la actual fábrica, que aún hoy sigue en pie. Para entonces, la empresa ya llevaba el nombre Criollo, elegido por el abuelo José como un homenaje y agradecimiento a la Argentina y a los criollos que le habían dado trabajo y oportunidades. Ese espíritu de gratitud quedó para siempre en la identidad de la marca.

Durante las décadas siguientes, Criollo evolucionó. En los años 50 nació el primer molino con dosificador, un avance que permitía estandarizar las porciones de café molido y facilitar el trabajo en bares y cafeterías.

En 1992 iniciamos la fabricación de cafeteras espresso profesionales, dando un nuevo paso en la evolución de la marca. En esa década, Criollo ya era sinónimo de tradición en el rubro. Fue una etapa de profesionalización, en la que se consolidó la presencia en todo el país y se amplió la gama de productos para bares, panaderías y estaciones de servicio. Frente a la competencia de marcas extranjeras, Criollo se destacó siempre por su diferencial: industria nacional, repuestos locales y servicio técnico propio.

En 2011 se crea la línea de máquinas espresso profesionales Lainex, pensada para modernizar el portafolio de productos y responder a un mercado cada vez más exigente. Lainex rápidamente ganó protagonismo con sus máquinas automáticas capaces de preparar espresso, cappuccino, café con leche, chocolate y más, diseñadas para entornos de alto tránsito. Fue el puente entre la tradición de Criollo y la modernidad que demandaba el nuevo consumidor.

En 2021 se inaugura nuestro laboratorio de capacitación para baristas y aficionados, un espacio pensado para transmitir conocimiento, perfeccionar técnicas y seguir impulsando la cultura del café.

Hoy, Lainex es la cara visible de la empresa, con una web propia, presencia digital y un portafolio de máquinas automáticas que integran sistemas de pago, pantallas digitales y recursos tecnológicos avanzados. Sin embargo, detrás de cada máquina Lainex sigue estando la historia de Criollo: casi un siglo de experiencia, innovación y trabajo familiar.

De un torno a pedal en un galpón de Villa Luro a máquinas automáticas presentes en bares, panaderías, estaciones de servicio y cafeterías de todo el país, la historia de Criollo y Lainex es la historia de cómo un sueño familiar se transformó en una empresa argentina referente del café profesional.